miércoles, 13 de julio de 2011

A valorar el lugar en el que estás

Cuando la depresión llega, quejarse de lo que se tiene y pedir lo que no se tiene se vuelve una constante. Así fue mi vida al cumplir 25. Así, las líneas de una futura novela. Reseñada aquí.
Los sueños pueden ser un motor de superación o una cadena de mortificaciones, esto depende del trabajo constante para su cumplimiento. Y por qué no decirlo, también del método empleado. Es ahí donde cada quien lleva su camino.
La determinación y las circunstancias no siempre son los únicos factores que se mezclan para realizar un sueño, habría que valorar el azar o destino, la fe… quienes creemos en Dios nos encomendamos a su voluntad. En esta ciudad es la mayor protección.
Imaginen al tipo de 25 años, que soñó con ¿? Y piensa que ha conseguido o logrado poco. Inserto en un trabajo que pudo desarrollar tres años atrás sin problemas. Que no logra enfocarse en su objetivo porque dice tener varios, pero no avanza en ellos debido a su dispersión. Se diría que a ese individuo le falla el método o carece de uno, cuando los objetivos que promete no los cumple. Y lo que si ha cumplido no basta cuando se está presionado por el tiempo de la vida, su propia vida.
El tipo piensa que el oficio de fotógrafo se justificaría mejor si su vida fuera de inmigrante en Europa. Pero que en su país _______ (ELIJA LA OPCIÓN: (a) quiere, b) intenta, c) desea, d) procura) hacer algo más y a la vez no. Lo intenta y lo duda.
Así se olvida de conocer a los que le respondían una pregunta al final de las conferencias o le firmaban un libro, el recuerdo sobre aquellos que le daban clases en la universidad se vuelve frágil como la amistad que creyó se construiría. Hasta que, en ese lugar y en ese oficio que sintió desempeñaba sin ambición ni objetivos, se topa con el sujeto que lleva la vida perfecta, según el protagonista. Al verlo de frente desea pedirle un consejo pero descubre que el otro, el que triunfa, lo desconoce.
En su anhelo por pedirle un consejo se da cuenta que es un desconocido. Que se verá como los que corren tras un “famoso” a pedirle la foto, o como el niño que le pregunta a un luchador cómo ser como él. Las respuestas siempre las mismas: “termina tus frutas y verduras, estudia, obedece a tus padres”. O el ya clásico: “muchas gracias, le agradezco su cariño”.
Un temor de verse como un fan o peor aún como secuestrador en potencia lo recorre. Le embarga la pena de soltar las palabras usted es tal, hace esto y desde tal año se dedica a… la línea siguiente en un guión paranoico de la ciudad: ¡Así que coopere y todo seguirá normal! jajaja. La verdad, sí un desconocido se interesara por mi vida y llegara frente a mi presumiendo que la sabe, me intimidaría y rogaría por mi integridad.
En ese momento La frustración era tan fuerte, como para convencer al protagonista de que no es capaz de actuar. La incapacidad de hacer anula su conocimiento. De nada le sirve identificar al que escribe las novelas que lee, el que dirigió el canal que ve, quien fue embajador en España cuando el protagonista cursaba la prepa y dijo, “quiero ser como ese tipo que trabaja para el Estado desde otro país y se da tiempo para escribir una novela sobre un revolucionario que se vuelve dictado y le pagan por ambas”.
Ante la circunstancia del encuentro sólo lo saluda, valora las sorpresas de cada día y topar en el lugar que no creyó a la persona que admira, deja el consejo para después, ese día sólo estrecha su mano. En el tintero quedan dos preguntas:
Una filosófica… señor usted escribió que las ideas son como virus ¿en México a que somos inmunes o contra que nos vacunaron? Espera que cuando la haga, no le responda como cuando pregunto por la autonomía de televisión metropolitana en el XV aniversario de esta emisora.
La segunda una pregunta de carácter personal: Señor admiro lo que hace y los puestos que ha ocupado en gobierno, puedo aprender mucho de usted. Estudié en la UNAM y deseo ser su asistente o formar parte de estos ¿acepta? En esta también le interesa su sinceridad.
Por último, hacer un escrito para decir lo que no se dijo, lo que no se supo decir y para que las ideas de nuestro protagonista se pongan en orden. Ese encuentro azaroso sirvió de mucho. Nunca imaginó conocer en persona al autor que conoció, a sus 17 años, en TV. Menos aún planeo ese evento y jamás creyó lo conocería en el trabajo del que no esperaba ya nada.
Trabajo, bendición, método, disciplina, objetivos, valor, arrojo, azar, probabilidad, se conjugan y aunado a esos factores falta algo, no se conceptualizarlo, pero ES aquello que me dio una lección, DEJAR DE RENEGAR POR LO QUE NO HAS HECHO Y APRECIAR LO QUE HACES Y NO PERDER LO QUE QUIERES HACER. HOY VALORO MIS DÍAS.

1 comentario:

  1. Creo que es la edad en la que de tanto esperar y tanta ilusión, nos desesperamos y llegamos a decir que estaríamos mejor si hubiéramos hecho esto, o si de verdad lográramos cumplir los objetivos planeados.

    El protagonista tiene la fortuna que sin querer encontró lo que algún día imagino y quiso, y ese deseo ahora es mayor.

    Me gusto y he sentido lo mismo en algún momento de mi vida.

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